Hoy quiero tratar un tema que me pidió hace unos días una mamá a través de Facebook y que son los terrores nocturnos, uno de los trastornos del sueño que se encuentran dentro del grupo de las parasomnias, como las pesadillas y el sonambulismo.
Son episodios relativamente frecuentes que pueden tener entre el 1 y el 6% de los niños, y la edad a la que más frecuentemente se dan son entre los 3 y los 6 años, aunque pueden empezar hasta los 12 años y suelen desaparecer en la adolescencia. Son más frecuentes en los niños que en las niñas, y es frecuente que encontremos antecedentes en la familia de terrores nocturnos, sonambulismo u otras parasomnias.
¿Cuándo se dan?
Los terrores aparecen en el primer tercio de la noche, siendo la hora más frecuente entre la 1 y las 3 de la mañana, se dan en la fase de sueño No REM, a diferencia de las pesadillas, que se dan en la fase de sueño REM y son más frecuentes entre las 4 y 6 de la mañana. La duración suele ser corta, entre 1 y 10 minutos, suelen ceder solos y no volver a repetirse en la misma noche.
¿Qué le pasa al niño durante el episodio de terror?
Durante los episodios, el niño esta dormido, aunque puede llegar a tener los ojos abiertos, esta aterrorizado, agitado, confuso, no llega a conocer a sus padres aunque se acerquen o le hablen y suelen asociarse síntomas vegetativos, como sudoración o palidez cutánea. Normalmente al finalizar el episodio el niño se vuelve a dormir de forma tranquila y no va a recordar lo sucedido (a diferencia de las pesadillas, en las que el niño se despierta y que si son recordadas).
¿Qué tengo que hacer durante el episodio de terror?
Mientras esta sucediendo el episodio de terror lo más importante es evitar que el niño se haga daño, ya que es frecuente que se puede mover de forma intensa, pudiendo llegar a subirse a muebles cercanos como mesitas de noche o bajar de la cama. Es importante tener protegidas las escaleras para evitar posibles caídas.
No es recomendable que intentemos coger al niño durante el episodio de terror ni que intentemos despertarlo, la fase de sueño en la que se dan es profunda y no es fácil que se despierten, si intentamos sujetarlo fuertemente podremos facilitar que se lesione, y hay que tener en cuenta que al estar dormido no nos va a reconocer, lo que podría aumentar aún más su agitación.
Se debe tener la habitación sin juguetes por el suelo u objetos que pudieran romperse con facilidad en caso de caer al suelo (lamparas de cristal en la mesilla), e intentar proteger las superficies duras (cabecero de la cama) con cojines o almohadones que eviten que se pueda golpear.
¿Qué los desencadena y como los podemos evitar?
Pueden aumentar cuando hay falta de sueño o por factores que fragmenten el sueño, como la fiebre o al estar enfermos. Otro punto importante para evitarlos es no recordárselos mucho al niño, ya que al no recordarlos el, si le generamos más ansiedad al decírselo continuamente podemos facilitar que se repitan.
Para evitarlos es muy importante guardar mucho las medidas de higiene del sueño:
- Evitar las cenas muy copiosas y justo antes de ir a la cama.
- Dormir las horas suficientes para cada edad y con un horario regular.
- Realizar ejercicio moderado durante el día, pero evitarlo en las 2 horas previas a ir a dormir.
- Establecer una rutina de sueño: baño, lectura tranquila, hablar de cosas agradables con nuestros hijos, realizar caricias o mimos.
- Utilizar la cama solo para dormir, evitando comer o tener una televisión en la habitación que permita verla desde la cama antes de dormir.
- Además de la televisión, se deben evitar los videojuegos o juegos que supongan una agitación o actividad mental excesiva, así como las películas, series o historias de terror antes de ir a dormir.